
En un rincón de Jaén donde el tiempo avanza al ritmo de las estaciones y el viento susurra entre las ramas centenarias, se encuentra Cabra del Santo Cristo, un pueblo enclavado en la Sierra Mágina. Allí, bajo la luz dorada del atardecer, se extienden los olivares que dan vida a Olivia Virginia, un proyecto que es mucho más que aceite de oliva virgen extra: es historia, identidad y respeto por la tierra.
El alma de una cosecha
Cada campaña comienza con una mezcla de emoción, paciencia y saber hacer. La recolección temprana es clave. En Olivia Virginia seleccionamos solo las aceitunas que se encuentran en su punto óptimo de maduración, cuando aún conservan su intensidad verde, cargadas de polifenoles y antioxidantes naturales. Esta elección, que reduce la cantidad producida, busca elevar al máximo la calidad y personalidad del aceite.
El proceso es artesanal, pero meticuloso. Las aceitunas se recogen a mano, con mimo, como se ha hecho durante generaciones. En menos de seis horas son transportadas a la almazara, donde se molturan en frío. Este prensado en frío garantiza que el aceite conserve intactos sus aromas, propiedades nutricionales y sabor.
Prensado en frío: donde nace el oro líquido
La primera prensada no es solo una técnica; es una declaración de principios. Significa no forzar, no intervenir más de lo necesario, dejar que el fruto exprese lo mejor de sí mismo. Y lo que obtenemos es un zumo natural, equilibrado, lleno de carácter: con notas de hoja verde, tomate, almendra, manzana, y un amargor y picor elegantes, característicos de la variedad picual.
Este tipo de aceite no solo es delicioso; es también extraordinariamente saludable, gracias a su alta concentración de antioxidantes naturales, vitamina E y ácidos grasos beneficiosos. Es un alimento vivo que habla de la tierra de la que proviene.
Botella a botella, una declaración de intenciones
El embotellado se realiza en origen, justo después del proceso de decantación natural. Lo hacemos en lotes pequeños, en botellas y garrafas que protegen al máximo el producto frente a la luz y el oxígeno. La presentación de Olivia Virginia es sobria, limpia, y al mismo tiempo, elegante. Respetamos la materia prima con un diseño que transmite lo que realmente importa: lo que hay dentro.
Cada botella que llega a casa no es solo un producto, es el resultado de una cadena de cuidado, desde el olivo hasta tu cocina. Es el reflejo de un compromiso real con la calidad, la tradición y la sostenibilidad.
Mucho más que un aceite
Olivia Virginia nace de una historia familiar y de un olivar real, heredado, trabajado y amado. Es un proyecto con raíces profundas, que reivindica el valor del origen, el saber hacer de siempre y el respeto por el entorno. No buscamos competir en volumen ni en ruido, sino en excelencia, honestidad y emoción.
Creemos que un buen aceite no necesita aditivos, solo verdad. Y eso es lo que embotellamos: un zumo puro, hecho con calma, con criterio, y con todo el alma de una tierra que habla a través de su sabor.